En la semana de la memoria se activa la maquinaria de impunidad con la que el progresismo instala su relato parcial -y fundamentalmente gorila- que nos trae al desastre económico y social que hoy padecemos y del cual son responsables.
Leemos y escuchamos recortes de la historia que califican a la dictadura con el abstracto difuso de "civico-militar"(alguno le agrega "eclesiástica") responsabilizando a la sociedad civil y a los soldados (los más fanáticos agregan la religión mayoritaria de los argentinos) para distraer su condición oligaquica-imperialista.
No es ingenuo que para su consideración el Pueblo sea el culpable pero el imperialismo y la oligarquía ni se mencionen (siquiera en estos días).
El sesgo de la memoria culposa del progresismo omite la acción terrorista de grupos ideologizados contra el gobierno constitucional de Isabel Peron como omite el apoyo de todo el espectro político no peronista (de izquierda a derecha) al golpe. Y luego se saltea que el alfonsinismo dio continuidad al cometido del golpe destruyendo al Estado, sus empresas y su capacidad de respuesta dejando el campo listo para la entrega menemista (sin Alfonsín no habría Menem). Tampoco habrá mención de la siguiente etapa en esta escalada ininterrumpida que fue la llamada Alianza, retrotrayendo las condiciones sociales menemistas a las del alfonsinismo.
Naturalmente omitirá su rol de envenenador de la gestión de Néstor Kirchner combatiéndolo desde sus usinas intelectuales e incluso electoralmente (provocando la derrota de 2009) luego de haber boicoteado el camino de diálogo nacional (acaso uno de los aciertos del gobierno de transición) del duhaldato.
Omitirá, este discurso, las responsabilidad del ajuste de 2014, la rendición de 2015 y la construcción de la farsa -o el engaño- de 2019 que terminó en la traición que aún hoy consuma.
Enamorados del marketing como reemplazo de la política han perdido la conciencia de que la memoria sesgada no podrá contra la memoria del Pueblo que ha sido testigo de todo.
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