Por Ariel Magirena
El tratamiento por los medios de la Gripe A expone
aspectos profesionales y éticos que sobresalen. En primer lugar porque revela
criterios globalizados al momento de darle estado periodístico. La irrupción de
una enfermedad rara con un impacto minúsculo en la población podría haber
inspirado apenas un capitulo de una serie sobre médicos como la muy popular Dr.
House, sin embargo se convirtió en un fenómeno de la comunicación que se lleva
las portadas y ofrece, al menos en nuestro país, un suculento provecho político. Por lo que vale una vida se justifican aquí
las medidas sanitarias oficiales y el interés periodístico, sobre todo por la
particularidad de su veloz expansión, pero exige también una responsabilidad social
que está ausente. Una aproximación cronológica: en los primeros días el show de los medios se
montó sobre una medida oficial: la clausura de los vuelos entre nuestro país y
México, origen del virus mutante. El aeropuerto de Ezeiza fue ocupado por móviles
y cronistas que, de acuerdo con la línea editorial de sus empresas, cundieron
la alarma y “anticiparon” los casos
cuando aun no existían. En un país sin infectados y con medidas preventivas
radicales se alentó la psicosis mediante el poder de la imagen, cuyo objeto
fetiche fue el barbijo, convertido pronto en un fenómeno comercial. Cuando se confirmaron los primeros contagios
la campaña, con folletería y spots, del
Ministerio de Salud ya funcionaba, pero los medios salieron a buscar sus
propios especialistas y a difundir sus propias conclusiones haciendo un aporte
a la confusión muy difícil de desactivar. Mediáticos sin matricula médica, como el
presidente de la novísima organización “Médicos sin bandera” (nombre
intencionadamente parecido a la conocida Médicos sin frontera) se convirtieron
con llamativa facilidad en referentes de consulta pese a la desautorización concreta
del comité de crisis que se formó con los Ministerios de Salud y ONGs como Red
Solidaria. La adjetivación condicionó a la información y la reemplazó. De nada valieron
entonces las desmentidas de los servicios sanitarios, por cierto
sobredemandados, cuando la prensa
decretó que estaban “colapsados”. Al
fenómeno del barbijo (desaconsejado para quienes no están infectados) se sumó
el del alcohol en gel que eclipsó la recomendación fundamental del lavado con
agua y jabón (por lo menos lo que abunda aquí no daña y el abuso sólo produce
deshidratación en la piel). La ex Ministra de salud Graciela Ocaña pasó en muy
pocos días de responsable a mártir por el sólo (aunque no menor) hecho de su
renuncia. Del mismo modo se califican
sospechosas – y se analogan caprichosamente con las del INDEC- las cifras que
se difunden de infectados y muertos, y
se responsabiliza al Gobierno Nacional, cuando surgen de datos de los
municipios y las provincias. Los canales
de noticias dan la información general compartiendo pantalla con una placa
catástrofe sobre la Gripe A o con la reiteración en videograf en la parte baja
del cuadro. La lógica mercantil de los medios trata a la enfermedad como un
producto generando rating y negocios,
pero también efectos políticos. Es evidente que no busca esclarecer ni paliar
el azote. La agenda periodística está marcada y nadie puede escaparle. Los
medios públicos están obligados a seguirla aunque persigan otra lógica y sean
débiles en el cometido de torcerla, pero no parecen seducidos a marcar la suya.
En medio de la confusión resalta la ausencia de una propuesta esclarecedora y
responsable que se ofrezca como alternativa por necesidad y urgencia. En un
proyecto estratégico de comunicación, como en el cercano caso de Brasil, la
agenda pública -política, sanitaria, educativa o de seguridad- penetra los
medios (no solo los estatales) y sus productos
(las telenovelas, los noticieros, los talk shows…). Los personajes que aquí ”chivean” un café o
una mayonesa, por esos lados forman conciencia incorporando el uso de
preservativos, el valor de la lactancia o el repudio del racismo, por mencionar
ejemplos. Sin llegar a ese ideal la Gripe A podría aparecer en programas
especiales y en micros puntuales que protagonicen las grillas desplazando
anuncios publicitarios u otros subalternos. Estamos a tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario