jueves, 22 de octubre de 2020

Macri: el Presidente que se fue antes y avisó recién (quién gobierna cuando el presidente no gobierna?)

 


Macri considera que su gobierno, en lo económico, terminó el 11 de agosto de 2019 con el Peso a 45 por Dólar, como si dejar que devaluara a 60, en esos días, no fuese una decisión suya. Alberto consideró sensata la devaluación, en esa oportunidad, convirtiéndose en socio de Macri -o del mercado, si es que Macri ya no gobernaba-.

Según Macri ya no gobernaba cuando su flamante ministro Hernán Lacunza anunció, el 28 de agosto, su propuesta de “reperfilamiento” de la deuda que no era más que el rescate de bonos de próximo vencimiento. Aunque estrenaba una denominación no se trató de otra cosa que el modelo usado en cada crisis de deuda desde Alfonsín hasta nuestros días, que  supo tener otros nombres como Plan Brady, Blindaje o Megacanje.

Alberto tomó el mando el 10 de diciembre sugiriendo, en su discurso, que sabía bien con lo que se encontraba y prometiendo hacer un llamado a suscribir un plan que llamó de Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia del que nunca supimos de qué se trataba ni quiénes lo integrarían.

Atendiendo al tiempo que se tomó conformar las líneas en las estructuras de cada cartera de su gabinete (que se completó avanzada la pandemia covid en 2020) y, también,  que durante el confinamiento obligatorio apagó al Estado y pospuso sin tiempo el plan de gobierno, podríamos decir -en la lógica precedente- que el gobierno de Alberto aun no comenzó (que es prácticamente lo que sostiene el sector liberal-progresista que lo justifica) o que comenzó con la cuarentena, lo que vendría a ser que lo que va de su gobierno sólo fue administrar un fenómeno sanitario que viene perdiendo vigor en todo el mundo pero empeora aquí pese (o debido) a las medidas tomadas.

Podría uno preguntarse quién gobierna, entonces, desde agosto del 19 hasta hoy (o quién gobernó hasta marzo, si creemos que ahí comenzó Alberto).

Lo cierto es que el rumbo económico sigue siendo el mismo que dejó el macrismo -más allá de cuántas veces se haya detenido el nuevo piloto en boxes-.

Por caso:

El acuerdo celebrado por el actual gobierno con los bonistas es otro paso (en el mismo sentido) que sucede al que ejecutó Lacunza (o Macri si es que seguía gobernando).

El cepo al ahorro en dólares evolucionó en contra de los asalariados con capacidad de ahorro y sostiene el mismo propósito de declaró su autor al implementarlo a la salida de su gobierno.

Las paritarias se suspendieron y se reabrieron con techo.

Las tarifas volvieron a liberarse (y se piensa en segmentar a los usuarios).

Los precios no se controlan o se lo hace mediante el mismo programa de precios cuidados del macrismo que pervirtió al homónimo que dejó Cristina.

Se modificó a la baja el modelo de actualización jubilatoria.

Se expandió la limosna social como política de Estado.

Se continuó con la pulverización del poder adquisitivo y se aniquiló la producción en favor de la especulación además de permitir que los mercados devalúen el peso al nivel de la segunda peor moneda del continente (el peso vale menos que la moneda de Haití que es el país más pobre de América).

Se elevaron las cifras de pobreza familiar e infantil a las de un país en guerra o hambruna.

Se duplicó el desempleo (real) heredado.

Se consiguió el fenómeno conocido como “estanflación”, en el que el aumento de los precios más la recesión productiva y del consumo se esconden mediante la trampa de unirlos en una sola estadística de ponderación.

Se privilegia con pauta a los medios hegemónicos de comunicación.

Se rebajaron las retenciones a los agroexportadores.

Se dejó afuera de las empresas y organismos del Estado a la mitad de los despedidos y perseguidos por el  macrismo.

Se profundizó el proceso de pauperización de la llamada “clase media”.

Se sumó a la Argentina al grupo de países que promueven la intervención de organismos extranjeros en Venezuela (mereciendo el mote de "tibio" pronunciado por el mandatario Maduro).

Se subsidia la banca y el seguro haciéndola participe e intermediaria de la política de ingresos y de salud.

Probablemente a quien analice sin tomar partido no le sorprenda la coherencia de esta continuidad ya que el cambio drástico de modelo que dio la Argentina  desde diciembre de 2015 hubiera sido imposible sin la traición al mandato de las urnas de quienes fueron votados por el pueblo para ser oposición (abdicando la mayoría y sirviendo al gobierno de Macri el resto). Más bien la contradicción se manifiesta con todos los gobiernos identificados como peronistas ya que, sin necesidad de adjetivar negativa o positivamente esas gestiones, la característica común fue la de resolver sin dilación la crisis heredada que cada vez ha sido, en lo económico, peor que la anterior.

Ante esta situación el peronismo sin voceros decidió tomar la calle este ultimo 17 de octubre en abierta desobediencia de la orden y los planes de Alberto cuando la idea de inventar una “movilización sin moverse” (convocada en lo audiovisual con el ridículo ofensivo de meter los pies en una palangana)  redundó en fracaso por los mismos motivos por los cuales el mundo rechaza las elecciones electrónicas:  porque pueden ser falsificadas a costa de los autores o corrompidas a pedido de los enemigos.

La movilización que duró todo el día y comenzó con la caravana de los gremios que apoyan a Pablo Moyano como líder de la reunificación de todo el espectro del movimiento obrero organizado, eclipsó toda protesta precedente (virtual, esquinera , balconera o caravana) con una sola identidad, el peronismo, demostrando que, con o sin conducción, es la dueña de la iniciativa política. El mensaje fue ruidoso y elocuente, señalar al gobierno la necesidad de peronismo avisando: “acá estamos, estos somos”. 

El discurso de Fernández (en el acto en el que la ausencia de Cristina volvió invisible la jerarquía de cualquier presencia), evidenció su sorpresa ante la espontánea toma de la calle al decidir ignorarla e insistir en el llamado a un “centro” mentido, refutado por los anónimos que estelarizaron la jornada.  De hecho sus palabras sonaron a las promesas que evitó pronunciar durante la campaña y que ya no sirven siquiera como adelanto para la inminente nueva con miras a las legislativas.

Mientras esto ocurre el Presidente elegido hace un año da permiso a su Ministro Guzmán para que tome las medidas que crea necesarias frente a la corrida del dólar, lo que parece haber provocado lo contrario: otra devaluación de facto en la economía doméstica al que se llama “suba” de la moneda estadounidense. 

En este contexto redunda en las redes la pregunta que denota desesperación e incertidumbre y que visibiliza la interna del campo popular más que la del FdT: “vos qué harías?”

Sin embargo sólo es una provocación, una pregunta retórica, ya que los que ofrecen alternativas son demonizados en el acto con argumentos que no son políticos ni económicos.

“Mejor que decir es hacer” enseñó el único presidente ungido tres veces por el voto popular. Pero peor que no hacer es dejar hacer ya que no ejercer el mando en una crisis es cederlo. Las crisis no se arreglan solas, sino que solas empeoran.  No se puede esperar del mercado ya que el mismo prócer advirtió que “la economía nunca es libre, la manejan las corporaciones para su beneficio o la maneja el estado para el bien común”.  Por eso es sensata la declaración del ex Presidente  Macri cuando confiesa la fecha del fin de su administración. Quién gobierna cuando no gobierna el presidente? Gobierna el mercado.

Es absurdo hoy dirigir los misiles contra la fuerza que recibió hace un año su telegrama de despido. Que se pavoneen ellos en los estudios de los medios que no les sirvieron para ganar las elecciones!  El 17 de octubre han sido reducidos a menos que humo junto con sus protestas y sus pretensiones de oposición. Despertó el actor principal de esta novela que representa la identidad un pueblo desobediente que avisa y que pide.

Y que es leal a quien lo escucha.


@Arielmagirena

 

viernes, 16 de octubre de 2020

El 17 de Octubre, las calles y las palabras - Cuando la Patria se hizo Pueblo

 


75 años después de la gesta popular que representó el nacimiento de la última y más moderna filosofía política de la historia de la humanidad quiero referirme a un puñado de puntos del sencillo e improvisado discurso de Perón al ser liberado por la movilización de casi un millón de trabajadores en un país donde vivían sólo 10 millones. Tal vez deberíamos imaginarnos hoy al diez por ciento del Pueblo en la calle, unos 4 millones y medio, en una movilización como aquella que esa noche Perón caracterizó textualmente como “la verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas para llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar a sus auténticos derechos”.

Acababa Perón de pedirle el urgente llamado a elecciones libres al gobierno de la revolución nacionalista que había salvado a la Patria de la “década infame” -cuando la casta política coincidía con la casta oligárquica- para abrir paso a una institucionalidad sin manchas y sería en febrero cuando el proyecto patriótico, antiimperialista y anti oligárquico se estrenara con un triunfo arrollador.

El contexto nacional no podía ser peor: el granero del mundo tenía al 90 % de su población en pobreza mientras sus recursos económicos mantenían los privilegios de 1000 familias terratenientes. El internacional lo superaba: el mundo estaba en crisis global, con Eurasia y oriente reducidos a escombros, con decenas de millones de muertos y mutilados, con las economías locales destruidas, con el principal mercado de nuestros granos en recesión, como resultado de la 2da guerra mundial. Compararlo con lo que hoy consideramos una catástrofe global es una falta atroz de respeto a la inteligencia y a las víctimas de entonces. En ese contexto la Argentina peronista pasó de producir de porotos al desarrollo nuclear para la paz, de exportadora de piensos a fabricar aviones, barcos y locomotoras, de la mayoría popular en emergencia a la sociedad más justa conocida.

La movilización popular, durante los años que gobernó perón, jamás fue para reclamar y sí para celebrar y, aunque el tiempo es más largo para los que sufren, se consagró en una década la segunda epopeya histórica después del sueño libertario. “Era octubre y parecía mayo” Lo describió el poeta Leopoldo Marechal.

Perón era el estratega de la causa popular. Se había formado y había trabajado para el propósito emancipatorio inconcluso de mayo de 1810. Por eso era consciente, en el medio de la sorpresa de los acontecimientos de octubre, del papel que le tocaba asumir en la etapa social de la misma revolución. Lo expone en otro tramo de su discurso cuando advierte: “esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria, el mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho”.

Reconoce y acata la voluntad de los trabajadores de ungirlo su líder. Entonces abre el espectro del frente patriótico, en ese mismo diálogo con la masa, en la honra de ser soldado, patriota y trabajador. Aunque también era ejemplo.

“el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Nación -dice- amar a la patria no es amar sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos”.

Por fin y por primera vez la Patria es nosotros.

Donde estuvo?, preguntaban los obreros y Perón elude porque los hombres son sus circunstancias y sabía que muchos de sus camaradas de armas que formaban parte del gobierno que había cumplido su cometido histórico, incluso inconscientemente cuando lo llevaron a prisión para que fuera rescatado por los que no traicionan ni malpagan, serían sus aliados en el nacimiento de la nueva Argentina. “Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión -afirma. Y agrega- que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden; que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad, sino también sepa defenderla dignamente".

Por primera y única vez, una proclama política y revolucionaria se da un propósito tan trascendente que es lo que da sentido a vivir. Ser felices.

El 16 de octubre de 1945 no existía el peronismo. O existía pero no se decidía a llamarse así. Lo habían anunciado los jóvenes de Forja que advertían de una Nueva Argentina que pujaba por nacer, a la que reconocieron en cuanto la vieron y a la que se sumaron para construir. Pero el día antes al 17 de octubre, cuando los delegados dudaban y la conducción obrera declaraba para el 18 un paro por la liberación del Coronel y secretario de trabajo y previsión -que se rumoraba confinado en la isla Martin García- la identidad y bandera tenía el nombre de una persona, no de un movimiento y mucho menos de un partido. Sobre todo porque la mayoría ya lo tenía! El movimiento obrero organizado estaba compuesto y dirigido por comunistas, socialistas y anarquistas. Peronistas se hicieron ese día.

“yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P”, amenazaba impúdica y soez la multitud en marcha cerrando el canto en modo contundente gritando: Perón.  Ese apellido significaba explícitamente el proyecto revolucionario y el frente popular para quienes no eran precisamente analfabetos políticos. A lo sumo, alguno no sabría leer…letras. Pero para consigna no necesitaban más y las pancartas no decían otra cosa: Queremos a Perón.

Meses después el programa de gobierno sería el que pedían las calles y las paredes. Todo lo que esbozaba el discurso de ese día y que se convertiría en una doctrina simple, patriótica y humanista sintetizada en 3 banderas blindadas y excluyentes: Justicia social, soberanía política e independencia económica. Los ejes para cumplir la promesa de Perón en el consejo que corona su discurso: “Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos. Diariamente iremos incorporando a esta enorme masa en movimiento a todos los díscolos y descontentos para que, juntos con nosotros se confundan en esta masa hermosa y patriota que constituyen ustedes”.

Esa noche Perón recibió de la energía del pueblo en la calle la fuerza y la inspiración para el desafío que encararon juntos: construir el movimiento de masas más grande de la historia de occidente, llevarlo sin sangre al gobierno e institucionalizarlo en una constitución revolucionaria que alienta el desarrollo individual en una comunidad organizada con eje en el bien común. Tan simple que tiene rima sonante y consonante en la mítica marcha que sigue siendo hoy un grito de rebeldía y pone nerviosos a ciertos dirigentes: "Todos unidos triunfaremos (...) "Combatiendo al capital" (...) "Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad".

Eso que una vez fue realidad efectiva y que recuperaremos volviendo a Perón. El que nos espera en el futuro si nos atrevemos a ir a él. 

@Ariel Magirena

(ilustración: Mural de la artista Angeles Crovetto)