domingo, 22 de noviembre de 2020

Aborto y cinismo.




Este posteo es solamente una respuesta a quienes no saben entender lo que leen y salen a provocar con odio y fanatismo una discusión en la que está ausente el único elemento que no debería faltar que es el corazón.

Ignoro por qué les importa tanto lo que pienso yo, que sólo soy una persona adentro de una comunidad de millones a la que no quieren escuchar pero si manipular e imponer.
Por supuesto que tengo posición, y la comparto a continuación, pero además le he puesto el cuerpo (literalmente) ya que tengo hecha una vasectomia desde cuando se hizo por fin legal en la Argentina. Particularmente no soy partidario de seguir trayendo al mundo más niños antes de volverlo un lugar digno de vivir. Para eso milito la doctrina y la filosofía peronista. Pero como mi opinión particular no importa no intento imponérsela a nadie ni invado las redes de nadie para difundirla.
Los que me leen habitualmente y los que me conocen en la vida real (la única que existe) no necesitan leer esto.
Sé lo que es ser un niño pobre y lo que se sufre por eso. Sé lo que es ser un niño no deseado que soporta el abuso de su madre joven que sintió su vida maldecida por un embarazo y terminó teniendo cinco. No me siento (como los que vienen a agredirme a mis redes) con autoridad para juzgar a los otros y apenas me ocupo de responder a lo que me vienen a gritar a MIS espacios virtuales.
Lo que también sé es que los odiadores son cobardes y simularán no haber leído lo que su conciencia no quiere reconocer (cómo esos batracios y reptiles que no pueden ver nada que no se comporte como su comida).

YO SI, QUIERO UNA LEY
Porque entiendo las leyes como un acuerdo de convivencia y encuentro, contrario de este debate de odio.
Quiero una ley de procreación responsable en un contexto de justicia social.Sin justicia social es un engaño la premisa de la libertad de elegir.
Una ley que promueva los nacimientos y dé la bienvenida a los nuevos hijos de la Patria, a todos y cada uno.
Una ley que garantice que ninguna hermana muera en una camilla de un aborto clandestino pero tampoco como resultado de una salud pública desmantelada en favor del negocio privado.
Una ley que iguale y permita al padre decidir.
Una ley que ofrezca al bebé no deseado por su madre o padre ser recibido por una familia que no puede procrear y está llena de amor para darle.
Una ley que reconozca que la maternidad no es obligatoria y tampoco una condena. Que la celebre y promueva en un país que está desierto.
Una ley que establezca la obligación tutelar del Estado para garantizar todos los derechos de los niños, fundamentalmente el de ser feliz.
Una ley que les salve la vida y los proteja de la maldición de vivir con quien no los pueda amar.
Una ley que garantice y estimule el vínculo entre el hijo y su mamá cuando sufre la imposibilidad de criarlo por cualquier motivo (que nunca puede ser económico o social).
Una ley que prohíba explícita y contundentemente el sometimiento de una mujer al rol de incubadora de bebés de diseño para la satisfacción de los caprichos de ególatras dueños del dinero suficiente.
Una ley que promueva, estimule y privilegie la familia porque es el único lugar que conozco donde se puede enseñar a amar

ARIEL MAGIRENA