lunes, 14 de septiembre de 2020

Sindicalización policíal: permiso para el desacato y abdicación de la política

Te imaginás una asamblea de policías durante un enfrentamiento con una banda de narcos? 

Te imaginás que un poli llame a su delegado antes de realizar una detención in fraganti?

La sindicalización de los cuerpos armados es un delirio liberal-progre que no tiene sentido ni razón. Las fuerzas armadas y de seguridad necesitan estar permanentemente en servicio y alerta. La guerra (incluso contra el delito en el caso de la seguridad ciudadana) no tiene horarios ni francos (aunque tiene momentos de descanso de tropa). Fuera de su horario e incluso luego de su retiro (salvo que fuese exonerado por algún delito) un oficial o agente no pierde jamás estado policial. Ha sido formado y armado para eso y por eso debe ser remunerado actualizado en su capacitación y cuidado además de exigido. Es su obligación portar su arma todo el tiempo atento a cualquier incidente que lo requiera en sus funciones. 

Nadie obliga a un ciudadano determinado a ser policía -su ingreso al servicio ha sido voluntario- y durante su formación fueron probados su temple y su capacidad (eso es, o debe ser, custodiado y garantizado por el Estado). El sentido de la exigencia en la escuela de policía es que egresen los que la superan y son capaces de actos altruistas hasta el grado de entregar la vida. 

No tiene derecho a la duda: la eficacia de una fuerza es la obediencia al canal de mando sobre el cual está la Constitución. Ese contrato es irrompible y tiene como límite la Ley. Del mismo modo, las responsabilidades son más graves cuanto mayor el grado jerárquico. La acción de un policía en funciones es punible a su superioridad por cuanto su desacato es condenado con rigor. Un agente armado por el Estado es un servidor, por lo que TODOS sus problemas deben ser resueltos por el Estado a través de su superioridad. Si esa superioridad es impotente o carece de habilidad o autoridad debe ser removida hasta el nivel que fuera. 

La sindicalización, aparece aquí como el modo cómodo de eludir el control adentro de una fuerza infectada por delincuentes que manchan su uniforme y que, en mas casos que un fenómeno, se corrompen en favor de la política. Alentarla es agregarle al policía el trabajo de organizarse para defenderse de su patrón, que es nadie menos que el Estado. Es naturalizar que el Estado lo abandone. 

EL PELIGRO

Un grupo armado que abdica de sus funciones -que son aquellas por las cuales el Estado le confía el monopolio de las armas- es una amenaza; pero nadie con responsabilidad e inteligencia cometería el desatino de entrenar un mastín con el fin de proteger la seguridad de su hogar para luego dejarlo sin alimento, si no quiere que la fiera un día le coma uno de sus hijos!   Dijo Sun Tsu: “Mira por tus soldados como miras por un recién nacido; así estarán dispuestos a seguirte hasta los valles más profundos” y también dijo que “un general que termina temiendo a sus soldados es el colmo de la ineptitud”.

Puede el Estado, entonces, armar a un ciudadano y someterlo a él y su familia a vivir en la pobreza, con un salario que no alcanza a los dos tercios de la canasta básica?  

La responsabilidad también es institucional y recae sobre los gobernantes -quienes sean- aun si la deuda fuera heredada ya que tampoco a nadie se obliga a una candidatura.  

Quiere la clase política -que se otorga los sueldos a si misma desde cada Poder de la República- resolver el tema salarial de la policía de una vez? Si así fuera ya existiría una ley, decreto o fallo que enganchara el escalafón policial al de alguna estructura existente de interés de la política para que cuando los políticos se aumentan los ingresos se los estén también dando a ellos. Lo mismo ocurriría con médicos o docentes y demás declarados "esenciales" pero a los que pretenden contentar con aplausos. Y qué decir de todos los ciudadanos de clase activa sometidos al fraude laboral o el desempleo por abdicación de quienes reciben su paga por (supuestamente) su trabajo de garantizar los derechos constitucionales!

Claro. "Estamos en crisis", como siempre. Pero: Quién establece las prioridades y pospone la igualdad de posibilidades? La pregunta no es retórica: creemos que son aquellos a los que votamos en cada elección, pero nunca supe de alguno que se hiciera cargo o al menos, conociendo desde adentro (el lugar donde lo llevó el voto) denunciara por qué no se cumplen las promesas de campaña. 

Por qué sólo conozco el caso ÚNICO del mítico diputado peronista (fundador del Grupo de los 8) José "Conde" Ramos de brindar una asamblea de rendición de cuentas de su trabajo en el Congreso cuando estaba por terminar su mandato sin aspirar a renovar su banca? 

La contradicción fundante, patente en esta crisis que se expresó en estos días en la revuelta policial, es la de los gobiernos con la Constitución. Cuando en 1957 la dictadura proscribió la legítima Constitución de 1949 se vio obligada a resumir (por la presión social y sindical) los derechos laborales y sociales alcanzados en 10 años de gobierno de Perón, para incluirlos en el Artículo 14 bis del facto con el que la reemplazaron. Sin embargo ningún gobierno, a excepción del peronismo del 73 al 76, se ocupó de promover su cumplimiento, al punto de que la de 1994 (reforma del texto de la dictadura censurando la legítima Constitución) lo repitió como verdadera letra muerta. Su incumplimiento implica la eterna traición de los gobernantes al momento de jurarle fidelidad. 

En una Nación que no garantiza los derechos que señala su Carta Magna el Estado es una falsificación. 

Padecemos hoy los resultados de la traición de quienes juran sobre ella “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad”, que señala su preámbulo, pero que con sus actos y gestión nos dividen como Nación, consagran la impunidad, promueven el enfrentamiento entre compatriotas, nos dejan indefensos frente a intereses extranjeros y someten a la arbitrariedad del poder económico.

“Nadie se realiza en una sociedad que no se realiza” dijo el único argentino elegido por el Pueblo tres veces para conducirlo. Si no nos atrevemos a exigir y a construir una Nación para todos no habrá Nación para nadie. 

(@ArielMagirena)

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