martes, 7 de julio de 2009

Los medios y los miedos (el tratamiento mediático de la gripe A h1n1)

Por Ariel Magirena

El  tratamiento por los medios de la Gripe A expone aspectos profesionales y éticos que sobresalen. En primer lugar porque revela criterios globalizados al momento de darle estado periodístico. La irrupción de una enfermedad rara con un impacto minúsculo en la población podría haber inspirado apenas un capitulo de una serie sobre médicos como la muy popular Dr. House, sin embargo se convirtió en un fenómeno de la comunicación que se lleva las portadas y ofrece, al menos en nuestro país,  un suculento provecho político.  Por lo que vale una vida se justifican aquí las medidas sanitarias oficiales y el interés periodístico, sobre todo por la particularidad de su veloz expansión, pero exige también una responsabilidad social que está ausente. Una aproximación cronológica:  en los primeros días el show de los medios se montó sobre una medida oficial: la clausura de los vuelos entre nuestro país y México, origen del virus mutante. El aeropuerto de Ezeiza fue ocupado por móviles y cronistas que, de acuerdo con la línea editorial de sus empresas, cundieron la alarma y “anticiparon”  los casos cuando aun no existían. En un país sin infectados y con medidas preventivas radicales se alentó la psicosis mediante el poder de la imagen, cuyo objeto fetiche fue el barbijo, convertido pronto en un fenómeno comercial.  Cuando se confirmaron los primeros contagios la campaña, con folletería y spots, del  Ministerio de Salud ya funcionaba, pero los medios salieron a buscar sus propios especialistas y a difundir sus propias conclusiones haciendo un aporte a la confusión muy difícil de desactivar.  Mediáticos sin matricula médica, como el presidente de la novísima organización “Médicos sin bandera” (nombre intencionadamente parecido a la conocida Médicos sin frontera) se convirtieron con llamativa facilidad en referentes de consulta pese a la desautorización concreta del comité de crisis que se formó con los Ministerios de Salud y ONGs como Red Solidaria. La adjetivación condicionó a la información y la reemplazó. De nada valieron entonces las desmentidas de los servicios sanitarios, por cierto sobredemandados,  cuando la prensa decretó que estaban “colapsados”.   Al fenómeno del barbijo (desaconsejado para quienes no están infectados) se sumó el del alcohol en gel que eclipsó la recomendación fundamental del lavado con agua y jabón (por lo menos lo que abunda aquí no daña y el abuso sólo produce deshidratación en la piel). La ex Ministra de salud Graciela Ocaña pasó en muy pocos días de responsable a mártir por el sólo (aunque no menor) hecho de su renuncia.  Del mismo modo se califican sospechosas – y se analogan caprichosamente con las del INDEC- las cifras que se difunden de infectados  y muertos, y se responsabiliza al Gobierno Nacional, cuando surgen de datos de los municipios y las provincias.  Los canales de noticias dan la información general compartiendo pantalla con una placa catástrofe sobre la Gripe A o con la reiteración en videograf en la parte baja del cuadro. La lógica mercantil de los medios trata a la enfermedad como un producto   generando rating y negocios, pero también efectos políticos. Es evidente que no busca esclarecer ni paliar el azote. La agenda periodística está marcada y nadie puede escaparle. Los medios públicos están obligados a seguirla aunque persigan otra lógica y sean débiles en el cometido de torcerla, pero no parecen seducidos a marcar la suya. En medio de la confusión resalta la ausencia de una propuesta esclarecedora y responsable que se ofrezca como alternativa por necesidad y urgencia. En un proyecto estratégico de comunicación, como en el cercano caso de Brasil, la agenda pública -política, sanitaria, educativa o de seguridad- penetra los medios (no solo los estatales) y sus productos  (las telenovelas, los noticieros, los talk shows…).   Los personajes que aquí ”chivean” un café o una mayonesa, por esos lados forman conciencia incorporando el uso de preservativos, el valor de la lactancia o el repudio del racismo, por mencionar ejemplos. Sin llegar a ese ideal la Gripe A podría aparecer en programas especiales y en micros puntuales que protagonicen las grillas desplazando anuncios publicitarios u otros subalternos. Estamos a tiempo.

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