martes, 30 de junio de 2020

La Patria es un sueño que agoniza

En la medida en la que pasaron los años me arrepentí de mis dos primeros votos presidenciales resultado de mi rebeldía impotente.
En 1983 fui fiscal general del PI en una escuela y, gracias a la vulnerabilidad del sistema electoral, voté aunque todavía no tenia la edad legal. Ese voto quedó indultado por inútil ya que encontré después serios testimonios de que la elección que ungió a Alfonsin en la presidencia que tanto nos dañó estuvo amañada para favorecerlo (en la provincia de Buenos Aires fue realmente grosero llegando a negociárse las intendencias) ya que todo era mejor si se sacaba de encima a los milicos (el virus de la teoría del mal menor). Probablemente poco podía hacer en ese momento el peronismo desde el lugar de debilidad institucional que significaba tener a decenas de miles de cuadros afuera del juego: muertos, desaparecidos, presos, en exilio o en clandestinidad.
Pero no haber votado a Menem en el 89 fue imperdonable. Yo ya militaba en el PJ al que me afilié en 1985 jugando la histórica interna de la "renovación" dentro de la "cafieradora". Mi inmadurez casi decide por desilusión mi salida temprana de la lucha política. Mi petulancia adolescente me sugería por encima de la sabiduría del Pueblo peronista que nos había puesto en derrota por aplastamiento en favor del riojano encantador de serpientes.
Para 1994 toda la clase política jugaba al juego del Turco y le regalaba, a cambio de ventajitas miserables, la aprobación de la Constitución con la que Argentina fue ejemplo y vanguardia del Consenso de Washington, cuando nació el neoliberalismo que Fukuyama anunciaba como el fin de la historia.
Ya que estaban todos de acuerdo en el modelo y sólo se dirimiría quien lo iba a conducir el peronismo se rompió en dos listas sin ningún escándalo. Yo elegí la de Bordon - Alvarez luego de la interna en la que apoyé al mendocino pese a haber militado con el Chacho hasta que se fué. El Pueblo reeligió contundentemente al padre del modelo y reconstructor desde las ruinas del desastre alfonsinista (eso es un valor que el Pueblo decidió premiar).
Eso si: como Cristina y Pichetto, nunca me fui del PJ. Es que el peronismo siempre encuentra identidades descartables para momentos coyunturales en la contienda por la representación del Movimiento, sobre todo cuando se burocratiza en favor de un proyecto de hegemonía (la característica pendular que distingue y volvió inmortal a nuestro movimiento revolucionario y de masas frente a otros a los que vimos morir en milenios de lucha popular).
Como los pueblos "raramente se equivocan" -dijo Perón- pero los hombres si -y las mujeres-, pude ver en 1999 y en 2015 como, desde la presidencia, se boicoteó al candidato propio con la misma ilusión de regresar por clamor tras el desastre acostumbrado de cada gobierno radical. En ambas oportunidades haciendo abdicar al peronismo de su papel de opositor hasta que en 2001 emergiera Duhalde como alternativa (siendo el único candidato que le ganara al "voto bronca") y en 2003 Kirchner fuera la voz díscola de la liga de gobernadores (que fungía de oposición republicana por decantación).
Habiendo sido siempre oposición pero siempre adentro del peronismo, aprendí el valor de la disciplina del voto partidario y ya no la abandoné; sin embargo me encontré con la nueva trampa liberal adentro del movimiento que fue esgrimir el miedo y la urgencia para eliminar, en todo lo que va del milenio, la democracia interna. Parece que se impuso la lógica perdedora de acatar el imperio de lo malo para evitar lo peor.
A esta altura siento a nuestro pueblo como esa mujer que zafó de la muerte en la última paliza del marido golpeador para caer en la promesa de protección de una nueva pareja que la viola y prostituye sin levantarle una mano... y escucho y leo a los explicadores que la quieren convencer de que está mejor así y que aguante.
Voy entendiendo mal el signo de los tiempos en los que el peronismo está resultando algo así como una marca de ropa con viejo prestigio nunca igualado pese a la evolución del marketing. Voy entendiendo mal que no vale nada cada linea de doctrina que nos anunciaba esto que padecemos y no quisimos prevenir. Que Jauretche es un viejo perdido en la prehistoria que señalaba la diferencia entre cambiar de collar y dejar de ser perro. Que Perón y sus verdades (sus certezas) valen menos que la cultura hippie y que se la seca a una adolescente recién inventada que debería vivir mojada. Que lo de "primero la Patria" se "deconstruyó" para que hoy discutamos nombres que la historia dirá alguna vez si habrán de ser relevantes. Que se puede decir que "la patria es el otro" mientras le decimos al otro que sufra para no perder nuestros privilegios de clase que persisten aunque se degraden. Que la política pasó de ser la "herramienta para resolver los problemas de la sociedad" -que decía Kirchner- a ser el negocio de quienes viven de ella o sus migajas. Que el valor de nuestro días es esperar y que su metáfora de marketing es"quedate en casa" como mantra del pensamiento mágico. Que cuando dicen "todos" no incluye a las mayoría ni a vos, si sos parte de ella. Que los muertos no tienen el mismo valor ya que los muertos de la pobreza no merecen medidas excepcionales en ningún lugar del planeta ni aquí (tan luego aquí) donde alguna vez un movimiento revolucionario, nacionalista y popular se propuso y logró un camino de justicia social (que es la única verdadera justicia).
Hoy mismo, leyendo a Perón, volví a sufrir la contradicción de sentir que no merecimos la ventura irrepetible de tener un líder y filósofo de su estatura inalcanzable... para decirme después que será este mismo pueblo, humilde, criollo y cristiano, que lo parió, el agua que desborde los diques para retomar el cause de su revolución inconclusa.
-"y en el medio?" -preguntará con buena intención un liberalprogresista que se autopercibe Peronista pero no le dió aún por leer un libro suyo completo-.
Ni fría ni caliente es el agua tibia: y no cocina ni refresca.

@Arielmagirena

(foto de mi adolescencia en hombros del Libertador como un niño en los de su padre)

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