sábado, 6 de junio de 2020

Autopercepción, corrección política y cuarentena

Según Brecht un fascista es un burgués asustado. La particularidad de la autopercibida pequeña burguesía (blanca, progre y metropolitana) que se define "clase media" (cuando no es media ni clase) es su sobreactuación frente a su mediocridad y molicie intelectual: toma elaborados argumentos para fingirse por encima de los que critica. Es así que proyecta sus incapacidades en sectores sociales de los cuales su retórica simula estar afuera (salvada) individualmente considerando "brutos, ignorantes, salvajes, idiotas, masoquistas, manipulados por los medios" y múltiples etcéteras a los demás, como juez de facto con autoridad divina.
Todo argumento suyo es una agresión que obtura el debate y elude la inteligencia. Su perspectiva es tan sesgada e irresponsable que simplifica lo complejo de nuestra sociedad en eslóganes publicitarios que imagina eficaces por repetidos. 
Su sustrato discriminador básico niega el drama social o lo romantiza. Su discurso aporofóbico y paternalista resulta una caricatura "light" del fascismo y revela su notable propensión a acomodarse en los tiempos como versión amable del modelo hegemónico. Su corta sensibilidad se restringe a apoyar las causas de los sometidos desde un lugar de privilegio o impostar un discurso de indignación respecto de los más acomodados sólo hasta que tiene la oportunidad de acercárseles, que es su inconfesada aspiración.
Su moral gelatinosa y liberal permea automáticamente ante la posibilidad de una ventaja y tiene un recurso torpe e infantil para justificarse y darse impunidad: señalar a otro y cambiar de tema.

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