jueves, 20 de junio de 2024

20 de junio de 1973. La guerra entre Patria y colonia que se disfrazó de interna

 



El hijo pródigo de la Patria y Padre del Pueblo argentino regresaba definitivamente de su exilio para sellar la continuidad de la revolución que quedó inconclusa mediante el terror y la violencia. Eran días convulsionados en la Argentina y ese retorno significaba la derrota del régimen y el éxito del Pueblo mismo en su resistencia.

La sinarquía internacional no podía permitir el regreso pacifico de Perón y estaba preparada para todo. En los últimos años había patrocinado el enfrentamiento entre hermanos y una fractura que encontraba a izquierdas y derechas en la coincidencia de intentar evitar el tercer gobierno de la más moderna de las alternativas políticas de la historia, la tercera posición justicialista. La única que había demostrado en sólo diez años que una revolución en paz podía convertir un país primarizado y atrasado con niveles insoportables de pobreza y exclusión, en una de las 10 potencias industriales del planeta con, además, la sociedad más justa conocida.

Perón regresaba acompañado de una escolta calificada de representantes de la cultura, el pensamiento, el deporte, el universo del trabajo y de las familias argentinas que lo acompañaron en el vuelo de la aeronave Betelgueuse de Alitalia. La infiltración de las organizaciones políticas, sindicales y culturales y las sectas armadas que se pretendían representantes de la expectativa popular confluyeron en sus acciones por derecha y por izquierda con el propósito explícito de empañar la fiesta del pueblo y el embozado de matar a Perón. La acción se motorizó en cercanías del Aeropuerto de Ezeiza sobre la autopista Ricchieri donde se había montado el palco desde el cual el viejo líder tendría su primer cabildo con su Pueblo. Las facciones que se disputaban la cabecera del acto habían montado cuartel en los alrededores tomando posiciones donde hicieron noche preparando el clima de violencia que coronaria en horas con una balacera que costo decenas de muertos y cientos de heridos en una movilización masiva que se contaba en millones.

Una mirada sensata alrededor de los hechos objetivos interpreta allí la primera acción de la banda terrorista que más adelante se conocería como Triple A y Rodolfo Walsh denunciara como “las tres Armas” (en su carta abierta de 1977).

El avión que traía a Perón debió eludir el aeropuerto internacional y aterrizar en la Base Aérea de Morón salvándole la vida de un atentado posible y previsible.

Los operativos de las facciones que pretendían facturar en nombre de Perón, despreciaban y disputaban la conducción de Perón quien dejó claro en sus declaraciones, de esa noche y del día siguiente, que su compromiso era cumplir con el mandato del pueblo y se equivocaban los que esperaban su favor por algún bando.

"Los peronistas (dijo) tenemos que retornar a la conducción de nuestro movimiento. Ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo de abajo o desde arriba. Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina, ni a nuestra ideología: somos lo que las veinte verdades peronistas dicen”. "Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento por ingeniosos que sean, podrán engañar a un pueblo que ha sufrido lo que el nuestro, y que está animado por una firme voluntad de vencer. Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal. Así aconsejo a todos ellos, tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos, sin dobleces ni designios inconfesables. Nadie puede ya escapar a la tremenda experiencia que los años, el dolor y los sacrificios han grabado a fuego en nuestras almas para siempre".

Consciente de los desafíos y de la urgencia; de las fuerzas que confluían en contra del proyecto popular y nacional, y de su propia finitud, Perón ofreció los últimos 8 meses de su vida para alcanzar los últimos hitos en derechos y soberanía que se alcanzaron en la Argentina y entregar al pueblo el poder de tomar las riendas de su futuro en los marcos del Modelo argentino para un Proyecto Nacional. El llamado truncado por el golpe del 76 con el que el justicialismo sobreviviente de la siega de la dictadura tiene una deuda insoportable sin saldar.

@ArielMagirena

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