jueves, 13 de febrero de 2025

Permisos para Milei


La demolición de los últimos restos de sentido social de la economía, “avanza con libertad” profundizando el modelo de enajenación de los recursos argentinos mediante un abrupto y ostensivo endeudamiento, paralelo de la destrucción de toda expresión productiva.


La metodología para lograrlo no nos es desconocida. El gobierno de Javier Milei no pierde oportunidad de señalar agenda, y los medios, las redes y la clase política la siguen en forma automática. El resultado no es solamente eclipsar las gravísimas consecuencias del modelo socioeconómico, sino ratificar la percepción popular de que la clase política vive del Estado y recibe su renta, del ajuste a los sectores vulnerables, incluida la atónita clase media, blanca, progre y metropolitana aferrada a la ilusión de seguir siendo.


Particularmente no creo en la ingenuidad, cuando se trata de política.


Lo que no advierte una oposición sin iniciativas es que devela, con su torpeza impostada, los indicios que confirman una sospecha convertida en imputación por la mayoría del pueblo: si este modelo sigue funcionando, es porque les conviene a ellos. Decía Perón que el olfato del pueblo todo lo huele.


Toda abdicación del Estado, especialmente en materia de políticas sociales, ha sido permitida por la clase política, incluso otorgando los números necesarios en el parlamento. Para eso le alcanza con sacrificar alguno de cada sector en el momento necesario. Si se necesita, el traidor de la semana será un diputado radical, pero en la otra será un senador justicialista, y esto ocurre sin sanción. La mayoría de las expresiones de repudio u objeción de la llamada oposición no pasa de las declaraciones mediáticas o la respuesta pícara (“picante”, le dicen ahora) en las redes.


La certeza del robo desde el Estado es tan fuerte que Milei tiene permiso social para romperlo.


Las instituciones republicanas heredaron en 1983 un Estado corrompido al servicio de la oligarquía local. Pero la administración democrática del Estado no solamente no se atrevió a reconfigurarlo sino que procedió a su desguace. Ese paradigma sólo se interrumpió con la crisis de 2001 y las medidas paliativas de los presidentes Rodríguez Saá, Duhalde y Kirchner consolidadas como políticas públicas por Cristina Fernández. Pero los mecanismos de corrupción dejados por la dictadura, pese a ser moderados en las gestiones mencionadas, se consolidaron y sofisticaron. Y hoy, ya que el gobierno de Milei también lo está aprovechando, los políticos simplemente “dejan hacer”: “siga siga”, diría la jerga futbolística.


No es fácil encontrar ejemplos de corrupción explicita tan elocuentes como el del gobierno de La Libertad Avanza. Nunca había sido tan torpe y explícito, pero también tan eficaz por abdicación de la oposición. Tan inexplicable que el propio FMI, que en la gestión Macri denunció a su Ministro Caputo de endeudamiento ilícito en favor de grupos económico y pidió su remoción como requisito para un nuevo desembolso, se rindió ante su designación por Milei hace más de un año.


Vivimos una farsa económica sumada al relato político. Cada día la Argentina se endeuda mas para sostener una especie, rarísima, de inflación estable con alza del costo de vida. Pero eso es el resultado, no el motivo. El pueblo fue testigo y víctima de la corrupción en el Estado, siempre justificada con motivos políticos adentro de una narrativa particular de cada gobierno. Harto e impotente, el pueblo siente satisfacción ante la ilusión de que la destrucción del Estado (“desde adentro”) ponga fin a los abusos cometidos por aquellos a quienes les dio el voto durante 41 años. Cometidos o permitidos; autores o cómplices, en un esquema en el que con el silencio alcanza.


El proyecto de Milei es transferir los negocios que fueron aprovechados mediante el Estado por distintos políticos, a sus financistas, dueños del sistema de usura internacional. La oligarquía Argentina, los capitanes de la industria y hasta la patria contratista son sus cómplices: sus capitales siempre hicieron negocio con los gobiernos y hace años que forman parte de la elite, así que pueden tranquilamente mudar sus empresas para proveer a nuestro mercado desde el extranjero o cerrar sus fábricas para convertirse en importadores.


La última resistencia y victima fundamental del modelo, el movimiento obrero organizado, se encuentra debilitado frente a la fragmentación social, la pérdida de puestos de trabajo y la ausencia de un proyecto político. De tal modo que el sindicalismo se encuentra en las condiciones anteriores a 1943 ya que su poder y derechos les están siendo negados de facto. Cada sindicato encara su propia lucha, en defensa de sus trabajadores, desconectado de los otros; con sus bases dispuestas a renunciar a sus logros históricos para sostener la mayor parte de sus puestos; con la ilusión de que sea pasajero y con el menor costo posible.


Después de 50 años de funcionamiento ininterrumpido del modelo socioeconómico impuesto por la dictadura de 1976 (moderado en la etapa que mencionamos) Milei se propone ser quien le ponga el moño al paquete de una Argentina de regalo a los mismos poderes mundiales de los que se proclamó independiente hace más de dos siglos.


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